—”Ok, ¿entonces estás diciendo que no soy confiable?”
—”No, solo digo que como no cumplimos con la fecha límite de la semana pasada, es posible que tampoco podamos cumplir con la de esta semana”.
—”¿Crees que eres tan perfecto?”
—”No, y no dije que lo soy”.
—”Eso es grosero”.
Puede que nunca hayas tenido exactamente esta conversación, pero te apostamos una cena en el mejor restaurante que te puedas imaginar, a que has escuchado o has presenciado bastantes situaciones como esta.
Una persona menciona un problema. La otra persona se lo toma como algo personal, se ofende y responde indignada. La conversación se descarrila, los interlocutores resultan seriamente disgustados y no se logra nada.
Sucede en todas partes, todo el tiempo. Es improductivo. Es una pérdida de tiempo y energía. Sin embargo, la mayoría de la gente sigue cayendo una y otra vez en la misma trampa.
En esta publicación, le mostraremos una mejor manera de manejar estas situaciones. Una que te ayuda a colaborar con tus compañeros de trabajo, resolver más problemas, tener más paz en tu vida laboral y generar confianza con los demás.
El qué vs el quién
“Centrarse en el qué”, significa concentrarte en el problema, asunto o tarea en cuestión, en lugar de culpar o criticar a la persona o grupo de personas involucradas.
Se trata de comprender los hechos, identificar soluciones y utilizar la lógica y la razón para abordar la situación. Requiere analizar la situación de forma objetiva, dejar de lado las emociones y colaborar para resolver los problemas, en lugar de centrarte en los fallos personales.
Esta es una habilidad que conduce a una mejor comunicación, mejores resultados y un mejor estado de ánimo. Es increíblemente importante para el lugar de trabajo, porque resolver problemas de manera rápida y eficiente es lo que mantiene un negocio funcionando sin problemas. Entre los líderes y gerentes, este principio es aún más crucial. (Seguramente habrás visto de primera mano con qué rapidez un “líder” puede desinflar la moral de todo un equipo de trabajo, solo con unas pocas palabras descuidadas, desobligantes y malintencionadas).
Si trabajas con empresas estadounidenses, esta habilidad es absolutamente esencial. Distraerte con asuntos personales durante los momentos críticos es realmente problemático en la cultura empresarial estadounidense, porque se considera poco profesional y contraproducente.
¿Qué sucede cuando nos centramos en el quién?
En América Latina, donde las relaciones personales son especialmente importantes, puede resultar realmente difícil separar lo qué está sucediendo de aquel que está involucrado en la situación. A veces eso es algo bueno. Cuando las cosas van bien, ese enfoque en las relaciones nos ayuda a vincularnos entre nosotros y refuerza la importancia del grupo.
Pero cuando surgen problemas, ese mismo enfoque en las personas puede llevarnos a personalizar el problema, ofendernos, culpar a los demás, enfrentarnos por diferentes perspectivas y gastar mucha energía mental y emocional en defendernos. Y luego, cuando todo se calma, el problema original sigue ahí y necesita ser resuelto.
Nos gustaría sugerir que hay un momento y un lugar para centrarse en el quién. De hecho, esta es una parte realmente importante de una buena gestión. Pero debería suceder cuando las cosas están en calma y las cabezas tranquilas, no cuando hay un problema en curso que se debe resolver.
Escenarios del mundo real
Ya hemos hablado mucho de la resolución de problemas. Veamos ahora algunos ejemplos en los que con la técnica de “centrarse en el qué” se hace una gran diferencia:
Escenario 1: Manejo de la retroalimentación en un entorno sesgado
Carlos recibe duras críticas de su gerente, quien le dice: “Tu presentación fue terrible. Simplemente no tienes lo necesario para manejar este tipo de proyectos”.
Centrándose en el quién:
Carlos se toma los comentarios como algo personal, se enfurece y se siente insultado. En su siguiente reunión, actúa a la defensiva, negándose a entablar discusiones sobre su trabajo, pensando: “¿Para qué intentarlo? Ya han decidido que no soy lo suficientemente bueno”.
Centrándose en el qué:
Carlos se centra en el qué en lugar del quién. Reconoce los comentarios con calma y le pregunta a su gerente: —“¿Puede decirme de manera detallada, qué partes específicas de la presentación no cumplieron con las expectativas? Me gustaría mejorarlos”.
Al pedir sugerencias concretas, Carlos convierte el comentario sesgado en una oportunidad de crecimiento, centrándose así en la tarea más que en la crítica personal.
Escenario 2: Lidiar con los chismes en el lugar de trabajo
Ana se entera por un colega que otra miembro del equipo, Sofía, ha estado difundiendo rumores sobre su desempeño. Ana se siente frustrada y herida, y siente la tentación de confrontar a Sofía y dejar las cosas claras.
Centrándose en el quién:
Ana inmediatamente confronta a Sofía de manera acalorada y le dice: —“¿Por qué hablas a mis espaldas? ¡No sabes nada de lo que estoy haciendo! Esto sólo intensifica el conflicto, con Sofía negándolo y poniéndose a la defensiva, poniendo las cosas tensas para todo el equipo.
Centrándose en el qué:
En lugar de confrontar a Sofía por los chismes de pasillo, Ana toma el buen camino. Elige ignorar el drama personal y se concentra en hacer su mejor trabajo. En la siguiente reunión del equipo, Ana presenta su progreso de forma clara y segura, asegurándose de que su trabajo hable por sí solo.
Con el tiempo, los rumores se desvanecen cuando sus colegas ven sus resultados. Al no dejarse arrastrar a conflictos personales, Ana se mantiene enfocada en sus objetivos y de paso eleva su nivel de habilidades.
Escenario 3: Conflicto en un entorno grupal
Durante una sesión de lluvia de ideas, Roberto sigue interrumpiendo a Lucía, descartando sus ideas e insistiendo en que su enfoque es mejor. Él dice: —“Lucía, no entiendes cómo funciona esto. Necesitamos una opinión más experimentada aquí”.
Centrándose en el quién:
Lucía responde cerrándose y desconectándose de la discusión. Se siente insultada y deja de ofrecer sus pensamientos, dejando al grupo sin su valioso aporte.
Centrándose en el qué:
En lugar de tomarse el comentario de Roberto como algo personal, Lucía dice: —“Entiendo tu punto de vista, Roberto. Centrémonos en el objetivo principal. Así es como mi sugerencia podría ayudarnos a alcanzar ese objetivo. ¿Qué opinas sobre intentarlo de esta manera?
Al mantener la conversación centrada en el objetivo compartido y evitar reacciones emocionales, Lucía vuelve a centrar la atención en el tema en cuestión, lo que permite que sus ideas se escuchen sin intensificar el conflicto.
Como puedes ver, “centrarse en el qué” no es sólo un acto de poner la otra mejilla. En cada uno de estos casos, la persona que es capaz de mantener la calma y la objetividad se beneficia personal y profesionalmente. Rápidamente se ganarán la reputación de ser personas que pueden hacer el trabajo sin dramas innecesarios, cualidad que puede ser un signo distintivo y valioso por el cual ser reconocido.
Un verdadero Árbegas de habilidades blandas
Ser capaz de centrarse en el qué, es parte de la práctica del pensamiento crítico. Un dato clave aquí es que implica todo el espectro de habilidades interpersonales. Al igual que Árbegas, en un sentido holístico, estas habilidades se combinan para volverse aún más poderosas de lo que son cada una por separado.
Aquí están las siete principales habilidades sociales involucradas en la técnica de “centrarse en el qué”:
Regulación emocional
Independientemente de cómo te sientas en tu interior, debes controlar tus emociones en el momento, para que puedas responder con calma.
Escucha activa
Centra toda tu atención en el hablante sin distraerte con tus propios pensamientos. Escucha todo lo que dice y enfócate en comprender lo que intenta comunicar.
Objetividad en la toma de decisiones
Al tomar una decisión, deja de lado tus opiniones, de esta forma podrás considerar objetivamente los hechos.
Resolución de problemas
Al analizar un problema, apunta a descubrir las causas para luego identificar soluciones prácticas.
Dar y recibir comentarios
Al brindar retroalimentación (feedback) procura ofrecer comentarios constructivos que ayuden a quien los recibe a mejorar. Descarta por completo la retórica acusatoria o degradante. Esta metodología facilita el poder aceptar lo mismo de los demás con dignidad.
Colaboración y empatía
Toma en cuenta las perspectivas de los demás y motívate a trabajar juntos con compasión, cortesía y auténtica solidaridad.
Resolución de conflictos y comunicación asertiva
Ante cualquier evento conflictivo, describe la situación de forma diplomática pero clara para poder identificar posibles caminos a seguir.
Si no dominas o cuentas con estas habilidades subyacentes, al principio probablemente te resultará bastante difícil centrarte en el qué.
Cinco sencillos pasos
En el calor del momento, puede resultar muy difícil recordar que hay que debes centrarte en el qué. De ser así, no desfallezcas ¡Sigue practicando! Con el tiempo, se convertirá en un hábito y empezarás a ver los beneficios en tu trabajo, en tu equipo e incluso en tu hogar..
Utiliza estos cinco pasos como guía:
1. Haz una pausa y reflexiona.
Antes de reaccionar, tómate un momento para respirar y pensar. Si tienes la costumbre de dejar volar tus emociones, esto te ayudará a mantener tu profesionalismo y al mismo tiempo mantener la calma.
2. Aclara el objetivo.
Vuelve a centrar la atención en el objetivo y confirma que comprendes el problema. Hacer esto también puede resaltar los objetivos del grupo, facilitando que otros se concentren en el qué.
3. Haz preguntas basadas en hechos.
Aclarar el problema preguntando: “¿Cómo hacemos para avanzar?” Esto mantiene la conversación positiva y con visión de futuro, evitando cualquier potencial de ataques personales.
4. Utiliza declaraciones en primera persona.
Expresa tus observaciones con gentileza. Por ejemplo: en lugar de culpar puedes decir: —”Me di cuenta que no cumplimos con la fecha límite”. Esto mantiene el respeto y mantiene la confrontación al mínimo.
5. Busca soluciones, no culpables.
En lugar de enfocarte en quién hizo qué, cambia el enfoque a “¿Cómo podemos solucionar esto juntos?” Subrayar la colaboración en la resolución de problemas puede ayudar a que otros se sumen.
Lo sabemos. Puede llevar tiempo deshacer años de hábito, así que si no lo haces bien la primera vez, no te castigues. A medida que repitas estos pasos, tu cerebro creará nuevas vías neuronales para realizar estas acciones. Así que, con el tiempo, centrarse en “el qué” será cada vez más fácil.
Conclusion
Si deseas ser más productivo en el trabajo, ganarte un lugar en un equipo de rock stars, colaborar mejor con tus colegas, lidiar con menos drama o encajar en una empresa estadounidense, debes tener como prioridad aprender a centrarte en “el qué”. Una vez que ha pasado el calor del momento, siempre habrá tiempo para regresar y solucionar con calma cualquier problema personal que influya en la situación.
Busca oportunidades para practicar los cinco pasos que describimos anteriormente y te sorprenderás con la diferencia que harán en tu vida diaria.