Desde fuera parece otro coche cualquiera en el camino pero, en su interior se está produciendo una compleja danza interpersonal. Francisco y Gabriela llevan mucho tiempo casados. Han pasado por muchas cosas juntos, se conocen tanto como es posible conocerse y sin embargo, tienen sus diferencias.
—“Cariño, deberíamos pasar por la casa de mi mamá antes de hacer nuestras diligencias”, sugiere Gabriela.
Francisco asiente, pero guarda silencio por un momento. Sabe que ya tienen demasiado que hacer y el tráfico del fin de semana complica todo.
—“Ha tenido una semana muy difícil y quiero asegurarme de que tenga todo lo que necesita”, continúa Gabriela.
El nivel de estrés de Francisco aumenta por un minuto. Ama a su esposa y solo quiere hacerla feliz. Entonces comienza a hacer un inventario de su lista de tareas pendientes tratando de determinar qué puede dejar para después. “Todo se hará eventualmente”, piensa. “Visitar a Chabela realmente es lo más importante”.
“¡De acuerdo, vamos!” dice y cambia de carril para dirigirse a casa de su suegra.
Historias como esta, se repiten miles de millones de veces cada día, en todo el mundo solo porque esta feliz pareja, representa dos partes de nuestro cerebro, las cuales siempre tienen que colaborar incluso cuando no están de acuerdo.
La pregunta aquí es: ¿quién conduce realmente el coche?
Cerebro que piensa versus cerebro que siente
En su libro Todo está jodido: Un libro sobre la esperanza, Mark Manson utiliza la metáfora del automóvil para explicar cómo tu “cerebro racional” y tu “cerebro emocional” trabajan juntos para tomar decisiones en “el camino de la vida”.
Tu cerebro pensante te proporciona:
- Pensamientos conscientes.
- Lógica y razonamiento.
- Resolución de problemas y estrategia.
Tu cerebro emocional te sirve:
- Emociones.
- Impulsos.
- Intuición.
Todo se resume en un acto de supervivencia. Ambas partes son importantes. La evolución se expresa de dos maneras diferentes para mantenerte a salvo y hacer lo mejor para ti. Pero sus métodos son opuestos.
Todos creemos que somos racionales, porque… ¡tenemos pensamientos! ¡Tenemos razones para lo que hacemos! ¡Tenemos sentido de nosotros mismos! Pero al igual que Francisco cambió de dirección por sugerencia de su querida esposa, nuestro cerebro racional trabaja para objetivar lo que le dice el cerebro emocional. Cambia sus ideas y prioridades en función de la información que recibe del cerebro emocional.
A fin de cuentas, ninguno de nosotros es tan racional como creemos. Ninguno. Y no hay nada de malo en ello; es simplemente parte de lo que nos hace humanos.
Los problemas comienzan cuando no somos capaces de afrontar el hecho de que no somos perfectamente racionales. Adquirimos malos hábitos porque nos engañamos a nosotros mismos. Nos enfrentamos a los demás y con arrogancia nos negamos a reconocer las perspectivas que tenemos de ellos. Tomamos malas decisiones y en el camino seguimos duplicando nuestras apuestas.
Por supuesto, todo esto sucede en un espectro. Tu cerebro emocional no tomará el volante solo para sacarte del camino sin ningún motivo.
Pero si estás tratando de desarrollar tu carrera y tomar el control de tu vida, debes comprender lo que hay bajo la superficie de tus propios procesos de pensamiento.
¿Qué es la inteligencia emocional?
Esa comprensión del funcionamiento más profundo de tu mente es parte de lo que se llama inteligencia emocional. La idea fue explorada en detalle por primera vez por Daniel Goleman, el psicólogo pionero que la resumió como: “habilidades para motivarse a uno mismo y persistir ante las frustraciones; controlar los impulsos y retrasar la gratificación; regular el estado de ánimo y evitar que la angustia afecte la capacidad de pensar; empatizar y tener esperanza”.
Suena un poco complicado y de hecho lo es pero, podemos desglosarlo de forma bastante sencilla, utilizando un marco creado por el Dr. Goleman:
La inteligencia emocional implica observar lo que sucede dentro de nosotros y en los demás, y luego responder sabiamente y con un propósito.
Algunas personas nacen dotadas en esta área, al igual que otras nacen con un coeficiente intelectual alto. Pero recuerda: nuestros cerebros tienen una capacidad asombrosa para el aprendizaje permanente. No importa desde dónde empieces, puedes mejorar tu inteligencia emocional. Y los beneficios cambiarán tu vida.
La importancia de la inteligencia emocional
El trabajo del Dr. Goleman ha inspirado una gran cantidad de estudios de investigación que exploran cómo la inteligencia emocional afecta nuestras vidas. Y los resultados son impresionantes.
Personas con un alto nivel de la inteligencia emocional experimentan:
- 34% menos de riesgo de desarrollar ansiedad y depresión.
- 45% más de satisfacción en su pareja romántica.
- 36% menos estrés crónico.
- 29% más rendimiento académico.
- 23% más satisfacción en sus relaciones sociales.
- 32% más resiliencia y capacidad para manejar el estrés.
- 35% más satisfacción general con su vida.
Si sumas todos esos efectos, verás una calidad de vida completamente diferente. Y todo ello simplemente por comprender y gestionar las emociones propias y las de los demás.
Inteligencia emocional en el trabajo
De todas las habilidades blandas, la inteligencia emocional es una de las más importantes a la hora de pensar en mejorar tu carrera. Más que eso: la inteligencia emocional es sumamente deficiente en América Latina. Esa escasez la hace aún más valiosa para los empleadores y clientes de toda la región.
A nivel mundial, las investigaciones demuestran que una alta inteligencia emocional conduce a:
- 20% más rendimiento laboral.
- 60% menos estrés laboral.
- 33% más interés e implicación en el trabajo.
- 37% más ventas.
- 25% más éxito en la resolución de conflictos.
- 40% más de posibilidades de ascenso.
Claramente, la inteligencia emocional es una de las habilidades blandas más poderosas que cualquiera puede aprender.
Pero, ¿qué significa realmente eso de “utilizar la inteligencia emocional en tu carrera”? Aquí hay unos ejemplos:
Ejemplos de autoconciencia en tu carrera
- Reconocer tus fortalezas y las áreas en dónde podrías mejorar.
- Saber en qué momentos del día eres más productivo.
- Saber cuándo pedir ayuda o retroalimentación de tus compañeros de equipo.
- Mirar hacia atrás al final de un proyecto para pensar en lo que hiciste bien y en lo que podrías hacer mejor la próxima vez.
- Saber lo que te apasiona.
Ejemplos de autogestión en tu carrera
- Tomarte un minuto para calmarte antes de una presentación.
- Reunir tus pensamientos antes de responderle a un colega descontento.
- Mantener una actitud positiva incluso cuando la solicitud del cliente sigue cambiando.
- Establecer límites claros con compañeros de trabajo exigentes.
- Adaptación mental a los cambios de horario.
Ejemplos de conciencia social en tu carrera
- Notar que un miembro del equipo parece estresado.
- Decidir si será bueno trabajar con un cliente potencial.
- Adaptar tus servicios para clientes internacionales con diferentes culturas.
- Mostrar empatía hacia un cliente frustrado.
- Escuchar activamente cuando un miembro del equipo comparte sus inquietudes.
Ejemplos de gestión de relaciones en su carrera
- Establecer una buena relación con clientes y compañeros de trabajo.
- Colaborar para encontrar una solución cuando surge un conflicto.
- Dar comentarios constructivos a un colega para ayudarlo a mejorar uno de sus puntos débiles.
- Networking para hacer conexiones en tu industria.
- Participar activamente en una sesión de lluvia de ideas con tu equipo.
Lo más probable es que ya estés haciendo bien algunas de estas cosas. La pregunta es: ¿sabes dónde podrías mejorar?
El primer paso
Vamos a sugerirte algo que puedes empezar a hacer ahora mismo para mejorar tu inteligencia emocional.
Es rápido, es gratis y nadie sabrá que lo estás haciendo.
¿Estás listo?
Observa tus propias emociones en tiempo real.
Eso es todo lo que necesitas para empezar.
Cuando te tomas un momento de tranquilidad para observarte a ti mismo, verás un flujo constante de sentimientos, impulsos y pensamientos aleatorios que fluyen por tu mente. Algunos de ellos serán claros y tendrán sentido. Algunos otros te harán decir: “Espera, ¿qué?”
Pero no juzgues lo que estás viendo, no todavía. Sólo enfócate en observar.
Ten en cuenta que las emociones son datos. Nos dicen cómo nos afecta el mundo que nos rodea, los acontecimientos de nuestra vida, nuestros recuerdos, nuestras relaciones y nuestros pensamientos. Al igual que los números no son buenos ni malos, las emociones en sí mismas no son buenas ni malas.
Así que obsérvate a ti mismo. Te sorprenderá lo mucho que puedes aprender. Una vez que te sientas cómodo con este primer paso, estarás listo para aprender cómo manejar tu cerebro emocional.
Conclusión
Aumentar tu inteligencia emocional generará dividendos para toda la vida en tu carrera, tus relaciones, tu salud mental e incluso tu salud física.
Este no es un viaje de un día para otro, pero cada paso que des, te acercará más a tu objetivo final. Y como ya sabes, todo comienza con la autoconciencia.
Fuentes
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